La vuelta a la figuración coincide con la etapa de entreguerras, un periodo más tranquilo políticamente, aunque no exento de preocupaciones, como la depresión económica de 1929. El realismo de este periodo se caracteriza por la melancolía y la soledad, elementos siempre presentes en la obra de Hooper.
Este pintor neoyorquino, es el pintor de la incomunicación, la falta de relación entre los seres humanos, la soledad que provoca la vida moderna. Son frecuentes sus temas de interiores protagonizados generalmente por mujeres solas.
La joven de la habitación de hotel es un claro ejemplo. Vemos a una mujer cansada, que ha dejado sus vestidos doblados sobre los muebles y los zapatos en un rincón. Esta leyendo, probablemente una guía o un horario de trenes que deberá coger rápidamente, pues ni siquiera ha desecho las maletas, que se han convertido en unos iconos del siglo XX. A través de la ventana del fondo vemos la negrura de la noche, que acentúa más la tristeza de la escena. La luz artificial de la habitación está situada tras ella, convirtiendo en sombra su rostro y sus brazos.
(c) (R) 2013, MUSMon com S.L.
Text (a) Catalina Serrano Romero
Photo: Portrait of Edward Hopper (a) Arnold Newman, 1941. Nina and Leo Pircher. Estate of Arnold Newman
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