Suspensión vacía

El escultor vasco Jorge Oteiza representa, junto con Chillida, la renovación de la escultura del País Vasco en la segunda mitad del siglo XX. Las tres obras aquí expuestas corresponden a la década de 1950. En ellas el espacio es un elemento consustancial a la propia escultura, bien para abrazarlo, como en “Suspensión vacía”, en la que el acero forjado traza un arco abierto sobre el vacío. Obra homenaje al ingeniero y aviador francés René Couzinet. El escultor supo aportar un sólido equilibrio a su obra, en la que mantuvo un espíritu vanguardista, sin caer en un costumbrismo localista, ni renunciar a la identidad vasca.

A Oteiza, la firme base teórica de sus composiciones no le distancia de su gusto por el atractivo de la tosquedad de obras primitivas. Sus esculturas en piedra redescubrieron una estética, rudimentaria solo en apariencia, como las prehispánicas de Perú y Colombia, que había estudiado en profundidad mientras vivió en Argentina y Colombia, entre 1935 y 1948.

La obra de Oteiza está vinculada al patrocinio privado de la familia Huarte, empresarios de Navarra muy activos en el mecenazgo cultural de la segunda mitad del siglo XX.

(c) (R) 2012, MUSMon com S.L.