La Escuela de París

En el periodo de entreguerras, París seguía siendo uno de los principales focos de vitalidad artística mundial. Con el nombre genérico de “Escuela de París” se conocía a esa generación que desarrolló en los cafés, tertulias y calles de la capital francesa, sus inquietudes artísticas, a menudo muy alejadas las unas de las otras.

No fue tanto una escuela que aprendiera o compartiera una técnica ni un estilo concreto, sino una generación que tuvo en su propia contemporaneidad parisina, un elemento clave de cohesión que favoreció el intercambio y aprendizaje mutuo.

Aquí podemos apreciar la obra “Sin título” de 1928 del madrileño Francisco Bores, que desarrolló allí parte de su obra más reconocida internacionalmente. Sobre un fondo de tonos granates, Bores refleja en transparencia la escena dinámica y ajetreada de una calle de París, en la que hace un uso entre anecdótico e intimista de los detalles, sin rozar el localismo nacionalista.

Otro de los principales exponentes de esta escuela fue el jienense Manuel Ángeles Ortiz, de quien puedes ver aquí una abstracción de inspiración surrealista, el óleo “Sin título”, correspondiente a los años 1929 y 1933.

Llama la atención la colorista obra “La verbena” de la pintora gallega Maruja Mallo, de la que el poeta Federico Garcia Lorca dijo: "Maruja Mallo, entre Verbena y Espantajo toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad."

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