Garrote Vil

Tras los desastres de Goya, contemplamos una colorida obra del pintor barcelonés Ramón Casas, que recoge la ejecución, la mañana del 12 de julio de 1890, del joven de 21 años Aniceto Peinador, junto a los muros de la prisión vieja de Barcelona.

Una discreta intención social del artista se refleja en su huida de la pintura historicista y tradicional que imperaba entonces. Al mismo tiempo, el encuadre recoge con fidelidad fotográfica el punto de vista del observador, de tal forma que ninguna figura en concreto protagoniza la escena, elocuente en si misma.

El patíbulo y las sombrías figuras que lo rodean están enmarcados por las líneas rectas que forman las hileras de soldados y el mismo muro de la prisión. En claro contraste, el ángulo inferior del cuadro lo ocupa una multitud indefinida, expectante frente a lo que está a punto de suceder.

La luz difuminada y los trazos sencillos son rasgos característicos en la obra de Ramón Casas, que retrató las multitudes urbanas tanto en escenarios cotidianos, como en las movilizaciones obreras de principios del siglo XX. La corriente modernista a la que pertenecía buscaba expresarse más allá del desarrollo industrial y tecnológico de la época.

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