Detonantes del Cubismo

Desde la primera década del siglo XX, la sociedad europea había tomado contacto con formas artísticas alternativas, entre otras las sociedades preindustriales de los pueblos africanos, que llegaban a Europa tanto a través de la expansión colonial como por el paulatino desarrollo de los medios de comunicación y por tanto, del turismo, que puso a un mayor número de viajeros, artistas e intelectuales, en contacto con un mundo percibido como desconocido y misterioso.

Estas expresiones artísticas atrajeron poderosamente a quienes buscaban nuevas formas de representación. Las formas alternativas, incorporadas por Picasso en 1906 o recogidas en una exposición sobre Cézanne en 1907, precursor del movimiento, reforzaron la idea de que reflejar la realidad tal y como se veía, según se venía haciendo desde el Renacimiento, no era un camino único al que no se pudiera renunciar.

No en vano, ya existían medios como el cinematógrafo, también en desarrollo como forma de expresión artística, que no sólo reproducía con fidelidad las imágenes grabadas, sino que las ponía en movimiento. Dejaba así de ser necesario el canon de la perspectiva lineal, heredado del renacimiento, y se abría a modelos más figurativos, e incluso a la posibilidad de representar en dos dimensiones una figura en movimiento, de frente y de perfil al mismo tiempo.

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