El Descendimiento de la cruz

Van der Weyden, pintor flamenco del siglo XV destaca por el marcado realismo de sus personajes. El Descendimiento de la Cruz, que es considerada su obra maestra, fue encargada por el gremio de ballesteros de la ciudad de Lovaina, en Bélgica. Por eso, en su honor el pintor introduce diminutas ballestas en los adornos góticos de sus esquinas. Posteriormente, esta obra pasaría a formar parte de las colecciones del rey Felipe II en el Escorial, convirtiéndose en uno de los cuadros favoritos del monarca.

Las figuras son muy grandes, algo excepcional en el arte flamenco, y la composición está muy estudiada; coloca al fondo los personajes que están de pie, en contraste con la figura de Cristo casi en horizontal y en paralelo con la Virgen, que no puede soportar tanto dolor y cae desmayada.

Si nos fijamos en la Virgen, la palidez de su rostro es muy distinta de la del rostro muerto de Cristo. ¿Te has fijado que las figuras de San Juan y la Magdalena?, hacen el mismo movimiento pero en sentidos opuestos, a modo de paréntesis, como cerrando el conjunto.

No son figuras inexpresivas, al contrario, el estudio de las expresiones de los rostros es fundamental. Desde el dolor contenido en los rostros de los hombres, a la expresión trágica de María Magdalena, situada a la derecha, con un rostro enrojecido de tanto llorar. Lleva un cinturón con una inscripción que hace referencia a los dos: Jesús y María. Como detalle anecdótico señalar el frasco de perfume, símbolo de la Magdalena, que es sostenido por una figura posterior. Todo el conjunto nos da sensación de relieve, como si fuera un grupo escultórico.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero