Perro semihundido

Goya al final de su vida compra una villa cerca del río Manzanares, que los madrileños bautizarían como “la Quinta del sordo” por la sordera que aquejaba al artista. Esta pintura corresponde a su inquietante serie de las “Pinturas Negras” que el ejecuta al fresco, sobre las paredes de su propia casa, entre 1820 y 1822. Una colección de temas muy desagradables, surrealistas y expresionistas que más bien parecen pesadillas que envolvieran sus sueños. La “riña a bastonazos”, “el aquelarre” o “saturno devorando a su hijo” son algunos de los atormentados temas que representó el pintor. Para garantizar su conservación fueron trasladados mediante una técnica muy habilidosa desde la vivienda hasta el Museo del Prado.

Esta obra casi monocroma, con tonalidades amarillas y ocres presenta un cielo un tanto desalentador y enigmático, muy de acuerdo con la composición. Se ha dicho de él que puede considerarse una pintura abstracta por la interpretación que cada persona puede hacer del tema. ¿Se hundirá completamente el perro o logrará salir? La expresión del animal, mirando hacia arriba como si esperara que le llegara de lo alto la salvación, está perfectamente conseguida y representa un claro precedente del expresionismo. Se ha pensado que en la sombra de la derecha puede aparecer una figura satánica, aunque es difícil de apreciar.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero