Inmaculada Concepción

Este pintor italiano del siglo XVIII es un destacado representante del último barroco, el estilo rococó, que se caracteriza por su recargamiento ornamental. Se especializó en la elaboración de pinturas decorativas al fresco, gracias a lo cual Carlos III lo contrató al final de su vida para realizar varias pinturas murales en el Palacio Real de Madrid. Destacan sus bóvedas con espléndidos cielos azules y nubes blancas, que hacen creer al espectador que se abren al exterior. Bajo estos cielos sitúa una serie de personajes, dioses de la antigüedad y símbolos de los territorios de la corona.

En este óleo sobre lienzo con el tema de la Inmaculada el pintor respeta los colores tradicionales. Así, la Virgen aparece vestida de blanco y azul, con un elegante tocado amarillo. Sobre su cabeza está presente el Espíritu Santo materializado en forma de paloma, algo inusual en las Inmaculadas. La Virgen pisa a la serpiente con cabeza de dragón, que sostiene entre sus dientes una manzana, símbolo del pecado original. Otros símbolos que aparecen en el cuadro son el espejo de la justicia y las flores: la azucena que representa la pureza y la rosa que es símbolo de la caridad. La palmera es también una alegoría de la Virgen basada en un verso del Cantar de los Cantares “esbelto es tu talle como la palmera”. Tiepolo se aleja del misticismo de Murillo y la representa como a una elegante dama.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero