Pablo de Valladolid

Velázquez pintó varios retratos de bufones, enanos, discapacitados físicos o psíquicos, que servían de entretenimiento en la corte. El pintor los representa con una gran dignidad. La originalidad de esta obra es la ausencia de cualquier elemento que nos permita situarlo en el cuadro. Sólo la sombra de sus piernas nos da la perspectiva. Este cuadro fue uno de los preferidos de Manet, que lo intentó emular en su obra “El Pífano” alojada en el museo D’Orsay de Paris.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero