La fragua de Vulcano

Otra de las obras maestras de Velázquez y de nuevo una fábula mitológica, que tanto gustaban a Felipe IV y que el pintor humaniza como era su costumbre en esta temática. La figura de la izquierda representa al dios Apolo, un bello joven con una corona de laurel y una aureola luminosa. Apolo es el dios del sol, de la belleza, de las artes y a él nada se le oculta. Apolo entra en la fragua de Vulcano, dios que domina las entrañas de la tierra, y por tanto del fuego y los volcanes, donde forja las armas de los dioses y de los héroes. Es un dios cojo porque fue arrojado del Olimpo, defecto que se hace entrever en el torso torcido. Los restantes obreros de la fragua están representados en distintas posiciones dándole la oportunidad al pintor de demostrar su dominio del dibujo de la anatomía humana. La expresión de sus rostros es de total asombro porque el dios Apolo comunica a Vulcano que su esposa Venus, le está siendo infiel con Marte, el apuesto dios de la guerra. El personaje del fondo queda desdibujado como un precedente del impresionismo.

Destaca el realismo de los objetos como la armadura que trabaja el operario más veterano y cuyo brillo está magníficamente conseguido. El yunque con el metal al rojo vivo parece que pudiera quemarnos. La luz entra en la escena con Apolo que inunda todo con su resplandor. Aunque en el color predominan los ocres Velazqueños, destaca el manto de Apolo que va calzado con unas sandalias del mismo color que su corona de laurel.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero