Las lanzas, o La Rendición de Breda

Esta obra fue encargada por Felipe IV como una de las doce escenas de batallas que debían decorar el Salón de Reinos del Palacio del Retiro. Sobre ellas se colocarían cada uno de los doce trabajos de Hércules que fueron encargados a Zurbarán.

El sobrenombre de “las lanzas”, se debe a las lanzas o picas que figuran al fondo del cuadro. Los personajes centrales representan a Justino de Nassan, el vencido que ofrece las llaves de la ciudad al vencedor, el general Spinola, que con un gesto noble impide que Nassan se arrodille para entregarle las llaves. A la izquierda y a la derecha se despliegan representantes de ambos ejércitos, cada uno de ellos con un magnifico retrato. Destacan dos personajes, el último de la izquierda, que mira fijamente al espectador, y el último de la derecha, supuesto autorretrato de Velazquez a cuyos pies podemos observar una cartela en blanco donde el pintor podía depositar su firma pero que deja orgullosamente en blanco, porque todo el mundo sabía ya que era el pintor del Rey. Podemos ver como la moda masculina ha cambiado, dejando atrás las golas o cuellos rizados que sólo lleva un personaje situado detrás de Spinola y sustituyéndolas por cuellos de encaje, mucho más fáciles de lavar y planchar.

El caballo del primer término, pintado en una postura insólita muy difícil de realizar, nos da sensación de moverse si nos desplazamos delante del cuadro. Velazquez no conocía Holanda, sin embargo representó su paisaje con gran acierto.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero