El cinematógrafo

La última década del siglo XIX vive no solo el perfeccionamiento de la fotografía, sino el nacimiento del cinematógrafo como técnica de proyección de imágenes en movimiento.

Entonces aún eran breves cortometrajes de pocos minutos de duración, pero ya con las primeras grabaciones, como la expuesta en esta sala, “Salida de la Fábrica”, un nuevo perfil social toma el protagonismo: la clase trabajadora. El foco de atención se dirige así sobre quienes hasta entonces han estado ausentes del discurso hegemónico en la representación artística, económica y política.

Obreros y Cigarreras, personajes anónimos saliendo de misa o subiendo al tren, son recogidos por las rudimentarias cámaras de los pioneros del cine, que reflejan así la realidad inmediata de un modo al que el arte tradicional no podía aspirar.

La fidelidad de la cámara cinematográfica tenía que abrir por necesidad un nuevo paradigma artístico. Picasso, Braque entre otros muchos, estaban fascinados por el nuevo arte y frecuentaban las salas de cine.

Trasplantar la realidad visible sobre un lienzo, o reflejarla en una escultura, dejó de tener el mismo sentido que había tenido hasta entonces, lo que venía a sumarse a esa creciente atmósfera de renovación y modernidad que sacudía la Europa de fin de siglo.

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