G.A.T.E.P.A.C.

Al inicio de la década de 1930, los profesionales de la España que salía de la dictadura del general Primo de Rivera ansiaban abrirse a los nuevos lenguajes creativos que circulaban por Europa, en los que la arquitectura no era una excepción. Para vencer las reticencias iniciales de un sector profesional acaso anclado en el pasado, se creó el GATEPAC, acrónimo del Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea.

En ese contexto, el advenimiento de la Segunda República Española en abril de 1931 supondría una renovación de amplio espectro que iba a facilitar un moderado respaldo institucional a la arquitectura de vanguardia.

Los promotores de esta nueva modernidad, hombres como Jose Luis Sert, Fernando García Mercadal o Luis Vallejo, entendían la arquitectura como un bien al servicio de las necesidades sociales, y no como una simple expresión ornamental, recargada de elementos prescindibles, ni como vehículo de ostentación social.

Frente a la repetición reverente de modelos arcaicos que se enseñaba en las escuelas de arquitectura españolas, el GATEPAC propugnaba el racionalismo de arquitectos como el suizo Le Corbusier, y la adaptación de los espacios habitacionales a los nuevos escenarios urbanos. La aparición de nuevos materiales constructivos podía ponerse al servicio de los hábitos sociales contemporáneos.

El GATEPAC se desarrolló de la mano de la sociedad industrial y sus necesidades en masa. Proyectó en España ideas ampliamente usadas hoy día, como los bloques concebidos en superposición vertical de viviendas para familias medianas.

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