Venus y Adonis

Veronés es otro de los grandes maestros venecianos del siglo XVI. Precursor de la pintura barroca, se caracteriza por sus grandes arquitecturas de fondo, con grandes balaustradas, columnatas y espléndidas fachadas que suelen enmarcar a sus personajes, siempre ricamente vestidos. En su obra destacan los vivos colores que en los pintores venecianos son una seña de identidad. De hecho, fue procesado por la inquisición por entender que pintaba los temas religiosos de forma demasiado frívola.

El mito de Venus y Adonis es una triste historia de amor. El joven y bello Adonis despierta en Venus una gran pasión fruto del flechazo que le había lanzado Cupido. La diosa, que en esto se iguala a muchas mujeres de la época, tiene que disputar la atención de su amado con su otra gran pasión: la caza, por lo que decide bajar del olimpo y acompañarle.

El pintor representa a Adonis descansando en el regazo de Venus, que intuye que corre peligro y pretende retenerlo. La Diosa sostiene en la mano un antecedente del abanico con el que da aire a su amado. Mientras un perro descansa tranquilamente, otro parece haber olido el jabalí y se dispone a saltar sobre la pieza pero Cupido lo retiene. La historia finalizará mal: Adonis se despierta y dispara una fecha contra el jabalí que se revuelve y lo mata. La diosa llega a tiempo de abrazarse a él y le promete que de su sangre nacerá una flor. Está flor es la anémona, muy bella pero de vida muy breve como la de Adonis.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero